Jesús resucitado se pone en medio de nosotros para darnos su paz, su alegría, su luz. Dejémonos acompañar por él que ilumina nuestras vidas.
Primera
estación (Ana, El Barraco): JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS (Mt 28,1-15)
El primer
día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Un ángel vestido de blanco les dijo: No temáis, sé que buscáis a Jesús, que fue
el crucificado. No está aquí; porque ha resucitado.
Escucharon
lo que querían escuchar y les llenó de luz y esperanza.
Esperanza dan
también los médicos, enfermeras, celadores vestidos de blanco cuando la familia
quiere tener noticias de sus enfermos, y ellos les informan o ponen en contacto
con video-conferencia, dando consuelo a ambos: enfermo y familiar. Luz damos
todas las personas que nos unimos para rezar y pedir por la recuperación pronta
de los enfermos. Los vecinos que todos los días dan su apoyo a las ocho con sus
aplausos.
Jesús
resucitado ilumina y da ánimos a todas las personas que luchan con todas sus
fuerzas para superar la enfermedad. Señor, no permitas que caigan en el
desánimo.
El ángel
ordenó a las mujeres ser las primeras mensajeras de las buenas noticias de la
resurrección de Jesús. Médicos, periodistas, todos estamos deseosos de informar
que mayor número de enfermos se han curado y que todo ha terminado. Jesús
resucitado danos fuerza, ayúdanos a encontrar tu luz.
Segunda
estación (Amara, El Barraco): LOS DISCÍPULOS ENCUENTRAN EL SEPULCRO VACÍO (Jn
20,1-10)
Pedro y
Juan van al sepulcro porque María Magdalena les ha dicho que está la losa
quitada. Corren y ven, en el sepulcro, los lienzos y el sudario con que le
habían cubierto. “Vio y creyó”.
Cristo
resucitó venciendo al pecado y la muerte.
Nosotr@s
como catequistas seguimos el ejemplo de los primeros discípulos al que se les
apareció: seguimos sus pasos enseñando la verdadera luz que es Jesús; somos testigos.
Nuestra vida
estaría vacía si no resucitáramos con Cristo. Mantennos, Señor, en la fe y la
esperanza.
Tercera
estación (Manoli, El Barraco): JESÚS SE MANIFIESTA A MARÍA MAGDALENA (Jn 20,11-18)
María
Magdalena está llorando junto al sepulcro vacío de Jesús. De pronto, Jesús
resucitado se aparece llamándola por su nombre.
Igual que a
ella Jesús la llama por su nombre, a nosotros también nos conoce por nuestro
nombre porque nos ama y quiere que nosotros podamos reconocerle hoy en nuestros
semejantes, que pasan a nuestro lado, sin que nos demos cuenta.
Oh Jesús, te
queremos pedir que seamos como María Magdalena, testigos y mensajeros de tu
resurrección; para eso que el Espíritu Santo fortalezca nuestra fe y nos haga
vivir en comunión con los demás.
Cuarta
estación (Piedi, El Barraco): JESÚS EN CAMINO CON LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS (Lc
24,13-27)
Camino de
Emaús, caminan tristes dos discípulos por la pérdida de Jesús; pero se acerca
un compañero de camino.
Momentos
duros los que estamos viviendo, familias sufriendo en soledad la pérdida de sus
seres queridos…
Jesús, ahora
más que nunca necesitamos de tu compañía, como los discípulos de Emaús; déjanos
caminar contigo, acompaña a tantas personas que están sufriendo, alivia su
dolor con tu presencia.
Quinta
estación (Isabel, El Barraco): LOS DISCÍPULOS RECONOCEN AL SEÑOR AL PARTIR EL
PAN (Lc 24,27-35)
“A ellos
se les abrieron los ojos y lo reconocieron”
Hay momentos
en la vida que parece como si tuviéramos barro en los ojos y no nos hacer ver
más allá, incluso llegamos a perder la fe.
Señor, te
pido que nunca perdamos la fe, y no nos pase como a los apóstoles de Emaús. Que
podamos sentir la presencia de Jesús en nuestro caminar diario y no solo en la
Eucaristía.
Especialmente
hazte presente a tantos enfermos, tantas familias, médicos, etc… que estos días
están viviendo un camino lleno de tinieblas como consecuencia de esta pandemia,
y por ello puedan oscurecer la luz de su fe.
Sexta
estación (Araceli): JESÚS SE MUESTRA A LOS DISCÍPULOS (Lc 24,36-45)
Jesús se
muestra a sus discípulos diciéndoles: “¿es que no me conocéis…?”
Señor, te
pido que en medio de este caos que estamos viviendo también veamos la luz de la
resurrección en nuestros voluntarios que hacen que a los más necesitados no les
falte comida y cariño, arriesgando sus vidas. En ellos te conocemos. Pidamos
por todos.
Séptima
estación (Mª Luisa): JESÚS CONCEDE A LOS DISCÍPULOS EL PODER DE PERDONAR LOS
PECADOS (Jn 20,22-23)
“Recibid
el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Gracias por
el envío de tu Espíritu, Señor. Te pido hoy que, lo que prometiste que haría tu
Espíritu, se cumpla en mi vida. También te pido que veles por tantos cristianos
que, aun falleciendo solos, esté tu Espíritu haciendo que descansen en paz, con
la esperanza de que Tú, Señor, les estés esperando en tu Reino.
Octava
estación (Rocío): JESÚS CONFIRMA LA FE DE TOMÁS (Jn 20,24-29)
Señor,
Tomás fue incrédulo tuvo que tocar y ver para creer; dichoso es aquel que cree sin
ver.
“Señor mío,
Dios mío” dijo Tomás; tú le hiciste volver a creer. Nosotros sabemos que no nos
vas a abandonar, porque tú eres la vida y la verdad. En estos momentos tan
duros que estamos pasando necesitamos de la fe y la confianza para seguir
adelante.
Oremos por
todos aquellos que te necesitan ahora para creer y encomendarse a ti.
Novena
estación (Angelines): JESÚS SE MUESTRA A SUS DISCÍPULOS EN EL LAGO DE
TIBERIADES (Jn 21,1-14)
Jesús se
aparece por tercera vez después de la Resurrección a sus discípulos, y les da
lecciones de pesca a pescadores profesionales; después de una noche aciaga ellos
le hacen caso y aciertan.
Señor, vienes
cuando más te necesitamos. Señor, ven en este momento de pandemia, ayúdanos a
superar este virus, ayuda a los profesionales a saber dónde tienen que echar
sus redes para salir de esta situación.
Décima
estación (Charo): JESÚS ENCOMIENDA A PEDRO EL CUIDADO DE LOS HERMANOS (Jn
21,15-19)
“¿Me
quieres?”, le pregunta a Pedro por tercera vez; su respuesta le hace asumir su
tarea: “apacienta mis ovejas”.
Te pedimos,
Señor, que nos colmes de tu Luz y Gracia. Concédenos la fortaleza de
mantenernos unidos en estos momentos tan difíciles, como lo hicieron María y
tus discípulos, aumenta en nuestros corazones el espíritu filial y así
alcancemos la libertad verdadera.
Undécima
estación (Pilar Martín): JESÚS ENVÍA A SUS DISCÍPULOS (Mt 28,16-20)
Los
discípulos convocados por Jesús acuden a Galilea dónde le reconocen como el
Mesías (Muerto y Resucitado) y allí les otorga el poder de servir al Reino de
Dios, anunciando el Evangelio
Somos como
los discípulos: enviados por Jesús. Concédenos la fe necesaria para que, en
este momento de dolor y sufrimiento, sepamos transmitir la Paz, la Esperanza y
la Alegría necesarias para pensar que esto pasará; sabemos que Jesús está con
nosotros hasta el final de los tiempos.
Decimosegunda
estación (Pilar Cisneros): JESÚS SUBE AL CIELO (Lc 24,50-53)
“Y los
sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras
los bendecía, se separó de ellos y fue levantado hacia el cielo. Ellos se
postraron ante Él”.
Lo último
que ven son sus manos que bendicen. Es un modo de decir adiós protegiendo, acogiendo…
Al final de la Eucaristía no se nos despide, sino que se nos bendice. Nos
recuerda la bendición sobre los suyos del Señor Jesús. Es una bendición que
anima a todo cristiano a anunciar con su vida en la calle lo que ha celebrado
en el altar.
No podemos
salir de nuestras casas, pero nada limita nuestras oraciones y nuestro amor.
¡Ánimo! No tengas miedo, Dios va con nosotros. Jesús sube al cielo para
abrirnos camino.
Decimotercera
estación (Elena): LA PRIMERA COMUNIDAD ESPERA EL ESPÍRITU SANTO (Hch 1,3-8)
Jesús,
tras tu resurrección mostraste a los apóstoles que estabas vivo y les dijiste
que serían bautizados con el Espíritu Santo que les daría fuerzas. A la primera
comunidad le ordenaste esperar, no salir de Jerusalén.
Ayúdanos a esperar
y confiar en nuestro “Jerusalén”, en nuestras casas, como nos mandan otros hoy,
y a agradecer todos los esfuerzos que nos ayudan a poder seguir.
Decimocuarta
estación (Conchi): JESÚS ENVÍA SU ESPÍRITU (Hch 2,1-11)
Reunidos el
día de Pentecostés se llenaron todos de Espíritu Santo.
Jesús,
envíanos tu Espíritu, para librarnos de esta pandemia tan devastadora, que está
causando tanto dolor y sufrimiento en el mundo. Ven Espíritu Santo, llena los
corazones de tus fieles, y enciende en todos nosotros el fuego de tu amor.
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